El sector del automóvil está en una fase transitoria donde dejaremos de conducir, nos convertiremos en meros pasajeros de coches sin alma, sin corazón. Y los seguiremos llamando coches por tradición, pero te emocionarán lo mismo que poner una lavadora. Estaremos rodeados de coches eléctricos y autónomos en los que el conductor no podrá tomar más que una decisión: el destino.
¿Te gusta conducir? Pues aprovecha y compra coches no autónomos mientras puedas. Dentro de muchos años hablar de cuánto tarda tu coche en pasar de 0 a 100 km/h, cuánto consume, la curva de par, las fuerzas laterales... lo harán los abuelos. Tus nietos dirán que su abuelo ya está balbuceando sobre cómo se conducía en el pasado y cómo se disfrutaba de la conducción, de elegir la marcha adecuada, de bajar la ventanilla para escuchar cómo suena el motor, de conocer si le pasa algo al coche por las vibraciones que emite... Todo esto, tiene fecha de caducidad.
El coche pasará a considerarse una especie de ascensor horizontal.
Este futuro del que te hablo, donde probablemente no necesites comprar coche como ya está avisando Ford y es que su primer coche autónomo no se podrá comprar, elimina toda la pasión posible sobre la conducción y la traslada a la gestión del trayecto, a lo que se puede hacer de camino a tu destino, a descansar, a hablar, a trabajar... pero no a disfrutar de la conducción.
Es posible que pienses que te hablo de un futuro muy lejano, pero el tiempo pasa muy rápido y es probable que en 20 años muchas ciudades hayan abandonado casi por completo el uso de vehículos no autónomos, ya sean públicos o privados. Y en ese punto, el comprador de un coche que no conduzca solo será una especie casi en extensión, una especie que se moverá por la nostalgia y las sensaciones más que por la eficiencia y la tecnología. Si te gusta conducir, aprovecha los años que quedan hasta la llegada de los coches autónomos.